jueves, 25 de junio de 2020

LA LUZ QUE NO ALUMBRA

Han pasado muchos años desde la última vez que me sentí vivo…Mi mente, llena de recuerdos, no puede olvidar esos ojos que un día me miraron con tanto amor, con tanta ternura; pero a la vez, con un deseo tan grande que podía sentirse en cada palabra y en cada roce de sus manos. Se llamaba Victoria; y para mí, conocerla había sido el momento más maravilloso y sempiterno que había experimentado.
Cada mañana, a las 7 AM, nos veíamos en la plaza para caminar juntos un rato, mientras nos contábamos todo, y conversábamos, riendo, sobre esas bombillas que aparentemente solo servían para adornar el parque.
Ese día, mi corazón latía mucho más fuerte que de costumbre; ya semanas atrás había tomado la decisión más grande de mi vida; busqué el anillo más hermoso y lujoso que en mi condición de humilde escritor podía pagar. Lo tenía guardado en la gaveta de la mesa de noche, adentro de una cajetilla de cigarrillos que sabía ella jamás iba a tocar, por su casi patológica repulsión a todo lo que, según su criterio, representara un vicio. Tal vez por eso me enamoré…perdidamente, sin querer darme cuenta de que nunca la podría alcanzar.

Carlos S.

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