El poeta
tocó nuevamente su guitarra,
Pude ver a
un maestro cantar con elocuencia,
una vieja
canción casi etérea que nos narra
sobre
aquellas cortinas que no cambian las dolencias.
Escucharlo
fue oír el sonido de mil arpas,
Que en sus
notas llevaban recuerdos y experiencias,
De una vida
colmada de versos y palabras,
Con la Niña
Bonita que alegra su existencia.
Fue una
estampa que no se me escapa de la mente,
Y llenó de
alegría a este humilde trovador;
Renovando
en mi alma mis sueños grandemente,
Y mis ganas
de un día cantar con el cantor.

1 comentario:
Cada palabra de este hermoso poema lleva escondido un recuerdo.
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