domingo, 13 de diciembre de 2020

 


Cada día se levantaba con nuevas fuerzas… Pero luego se miraba al espejo y volvía a llorar. Desde siempre, su único anhelo había sido ser amada; que las personas supieran que existe otra forma de vivir; que sí hay motivos para ser feliz y seguir creyendo. Ella era todo lo que ocupaba la mente de aquel humilde escritor que fantaseaba cada día con alcanzar el sueño inalcanzable que cambió la vida del maestro de Macondo.

Pero su tarea no era nada fácil. Aquel hombre luchaba con pasión, entre la locura y el deseo; entre lo efímero y lo eterno, entre la fe y la decepción.

Ella, por su parte, seguiría amándolo y creyendo en él, más allá del tiempo y el espacio.

 

Carlos Sérdna. 13/12/2020.

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