Esta ilusión
de la mente, pareciera desaparecer con el paso del tiempo; a la vez que
desaparece también el miedo y la angustia de los padres, pero… no siempre es
así.
Desde que
Isabel era pequeña, lo que más deseaba en el mundo era tener una hermana;
alguien con quien pudiera jugar a las muñecas, e inventar fantasías sobre
princesas en hermosos castillos.
Su madre,
por el contrario, no quería tener más hijos porque ya pasaba de los 40 años y
temía que un segundo embarazo pudiera terminar de forma trágica. Además, su
salud física y mental ya no le permitían tener la paciencia necesaria para otro
bebé.
Tal vez, por
esa razón, entre los 3 y 4 años, Isabel comenzó a jugar largas horas con una
amiga que, según sus padres, solo estaba en su cabeza.
Se llamaba
Elizabeth, y a medida que Isabel se hacía mayor, ella también iba creciendo.
Al principio
sus padres no le dieron importancia, pero las cosas comenzaron a ser
preocupantes una tarde en que su madre la encontró haciendo algo a escondidas,
encerrada en su cuarto…
Había
mutilado, en muchas partes, con un cuchillo de la cocina, las patas, la cola y
la cabeza de una lagartija que encontró en el patio de su casa, porque
supuestamente Elizabeth le había dicho que, si lo hacía, volverían a crecer.
Ella solo
tenía 6 años, pero ese episodio fue el primero de una serie de comportamientos,
inexplicablemente crueles, que la llevaron hasta el punto de rociar con
gasolina y quemar vivo al gato de sus vecinos.
Cuando eso
sucedió Isabel tenía 11 años…
Sus padres
decidieron mudarse de ciudad, porque en la escuela nadie la quería. Los vecinos,
preocupados por su extraño comportamiento, habían puesto una denuncia ante las
autoridades, para obligarlos a poner a la niña en tratamiento psiquiátrico.
Fue así
como, en una noche fría y lluviosa, la familia de Isabel salió de su casa para
nunca regresar.
Diez años
después, en una ciudad muy antigua de Venezuela, varias niñas de diferentes
edades y familias comenzaron a presentar comportamientos que desconcertaban a
todos…hablaban solas, reían de manera irreverente, comenzaron a vestirse como mujeres
adultas y cometían actos de crueldad contra otros niños y con los animales.
Aunque nada
tenían en común entre ellas, algo las unía; todas hablaban con una nueva amiga
imaginaria llamada Isabel…
Una de las
niñas era hija de un matrimonio muy creyente, y sus padres no dudaron en buscar
ayuda profesional. Así que, aconsejados por una psicóloga, decidieron tratar de
ganar la confianza de su hija, mostrando empatía e interés por su reciente e
inquietante “mejor amiga”.
La niña, les
contó que veía a una mujer que estaba siempre muy triste, decía llamarse Isabel
y tenía una herida que sangraba constantemente en su cabeza.
Por aquellos
días, en otra parte del mundo, los periódicos publicaban la noticia de una
chica de 21 años, que encontraron muerta en extrañas circunstancias, de un
disparo en la cabeza, en su habitación; en su mano izquierda tenía un arma y en
la derecha un lápiz de labios rojo, con el que escribió en la pared, y con
letra temblorosa, el nombre: Elizabeth.
FIN
Amigas Íntimas, Cuento de terror de Carlos Sérdna.©
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